Gabriela Mistral
Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
El va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiere callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
Este poema de Gabriela Mistral era mi favorito cuando pequeña, recuerdo que estaba en un libro de antología de los premios nacionales de literatura en mi casa... era un libro antiguo, medio carcomido por las polillas, pero que me gustaba mucho, y entre cuentos y poesías, mi favorito era este... el porqué no lo sé, quizás porque era cortito y fácil de memorizar, no sé... pero me ha acompañado en la memoria por muchos años... y sólo a medida que ha pasado el tiempo, he logrado entender la profundidad de sus palabras: "Y no untó mi sangre la extensión del mar". Ese verso me recuerda Arica y la gran bahía que se apreciaba desde el mirador, observar esa gran extensión de agua, y preguntarme cómo es posible que alguien sufra tanto...
La poesía es en gran medida es pasión y la pasión difícilmente sabe de objetividad, la pasión se centra sólo en un puento y lo hace lo único, lo importante, dolor, sufrimiento es la vida en una poesía, pero en el mundo real, sólo es parte de nuestra vida, porque aunque la pena sea muy grande, la extensión del mar siempre será capaz de bañarnos de ella... el tiempo, sin duda es el mejor cicatrizador...
Luego de una desilusión amorosa, recorde muchas veces este poema, tambien aprendido desde niña, pero tu tienes razón... en la vida real, el tiempo lo cicatriza todo
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