De las estrellas saqué una idea
De mis sueños un camino
De mis horas un motivo
De tus besos una inspiración
J Cortés R.
Octubre, 21.
Leyendo recordé hoy, porqué había empezado este blog, por el deseo y el gusto de escribir. De escribir de mí, de mis amigos, de mis sueños, de la vida, de los pocos años que he vivido, pero de los muchos que me gustaría vivir.
La vida tiene esa forma especial de enseñarte los caminos ante tí, y creo que a medida que maduramos se van abriendo nuevas puertas, opciones. Como un juego de nintendo, hay que pasar ciertas etapas para lograr encontrar el camino al siguiente nivel.
Muchas veces, me siento entre callejones sin salidas, pero es sólo que no he logrado ver la puerta perfecta que el universo tiene ante mí, preparada para ser encontrada cuando sea apta de traspasarla. Alguien ha dicho por ahí, que la vida siempre nos da lo que podemos soportar, las penas que somos capaces de sobrellevar las alegrías que nos permitan avanzar.
Entre las pistas que nos da la vida, siempre son las más inesperadas. Señales. Hace algunos días vi una película que trataba específicamente sobre las señales de amor. Si quitamos todo el romanticismo barato se la película, podemos ver un fondo más o menos cuerdo. Hay señales en todo lo que hacemos. De una u otra forma el universo se encarga de hacernos saber que camino puede ser el más adecuado. Años atrás aprendí, que cuando estaba muy colapsada por un problema que no tuviera solución, lo mejor era dejárselo al destino y dejar de preocuparme. Si algo malo sucedía, cuando ocurriera me encargaría de las consecuencias, pero le daría una oportunidad a la vida para que colocara las cartas en su sitio. Y así ha sucedido. Cuando he dejado que pase el tiempo, he logrado ver mejor las cosas, aceptar mi responsabilidad y seguir mucho más tranquila. Y muchas veces se han solucionado prácticamente solas, ya que mi ansiedad me jugaba en contra.